Saltar al contenido

Un comentario sobre la teoría del cuerpo especular.

febrero 28, 2013

En esta ocasión comparto con ustedes mi comentario del texto «Hablar, ¿con cuál cuerpo?», del Psicoanalista y Director del VI ENAPOL, Patricio AficheÁlvarez. Dicho texto lo pueden encontrar en el siguiente link: http://www.enapol.com/es/template.php?file=Textos/Hablar-con-cual-cuerpo_Patricio-Alvarez.html

Y a continuación, mi comentario.

«Ciertamente hablamos con el cuerpo. Por ejemplo, desde la psicología se propone un “lenguaje corporal” que somos llamados a leer, a interpretar, para así tener un mejor entendimiento de lo que el otro está comunicando.

Ya en la clínica vemos que hay cosas que se ponen en el cuerpo a modo de un decir, a modo de síntoma. En la época de Freud eran los desmayos histéricos, las afonías o parálisis. En nuestros tiempos, desde  los ataques de pánico, con palpitaciones, faltas de aire, opresión en el pecho y trastornos intestinales, ideaciones de muerte o locura inminente, que también se alojan en el cuerpo;   hasta las anorexias,  bulimias y trastornos psicosomáticos.

Patricio Álvarez nos propone en este texto, revisar las teorías que Lacan propone sobre el cuerpo.

  • Una primera, la del cuerpo especular, en la que el significante marca el cuerpo.
  • Una segunda, la del cuerpo topológico, que habla del goce en el significante.
  • Y una tercera, la del acontecimiento de cuerpo, que incluye las dos anteriores y es más compleja.

Comentaré en esta ocasión, acerca de la primera teoría.

El autor nos propone un recorrido bibliográfico bastante ordenado, que, pienso, ayuda a clarificar esta primera parte.

Lo primero que nos dice el autor es que Lacan establece que las normas del ideal del yo construyen el cuerpo especular y también que la norma principal que la regula es el Nombre del Padre. Lacan construye toda su clínica de las estructuras a partir  de la relación entre simbólico e imaginario.

Revisando el Seminario 3, capítulo VII, “La disolución imaginaria”;  vemos que sobre la imagen especular, Lacan dice: “Esta imagen es funcionalmente esencial en el hombre, en tanto le brinda el complemento ortopédico de la insuficiencia nativa, del desconcierto, o desacuerdo constitutivo, vinculados a la prematuración del nacimiento. Su unificación nunca será completa porque se hace precisamente, bajo la forma de una imagen ajena, que constituye una función psíquica original. La tensión agresiva de ese yo o el otro está integrada absolutamente a todo tipo de funcionamiento imaginario en el hombre”.  Esto, a su vez, nos remite a su Escrito “El Estadio del espejo como formador de la función del yo…” donde se propone el estadio del espejo como una identificación, una identificación a la propia imagen, antes incluso, de “objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto”.

En “La disolución imaginaria” Lacan apunta algo muy importante con relación a lo imaginario, y es esta sensación de amenaza con respecto al otro, al otro que vuelve a tomar su lugar de dominio, y dice Lacan “en él  (el sujeto humano) hay un yo que siempre en parte le es ajeno”.  Y luego propone “que la ambigüedad, la hiancia de la relación imaginaria exige algo que mantenga relación, función y distancia. Es el sentido mismo del complejo de Edipo”. Con respecto a esta “relación, función y distancia” vemos que en Schereber no funciona del todo así, ya que la identificación imaginaria con el otro está fraccionada, el otro es “desdoblable, desplegable”, en su delirio hay identidades múltiples de un mismo personaje, es la metonimia en vez de la metáfora. Se me ocurre aquí la imagen de estos muñecos que se obtienen doblando un papel en varias partes, que luego de ser cortados resultan en una cadeneta de hombrecitos que se fusionan, donde no hay pues, distancia de uno y el otro.

Ahora bien, Álvarez también nos propone revisar el Seminario 10, donde podemos encontrar nuevamente cómo Lacan resalta la importancia de la relación especular e introduce aquí la relación con el significante:

Recordemos pues, cómo la relación especular ocupa su lugar y de qué modo depende del hecho de que el sujeto se constituye en el lugar del Otro y su marca se constituye en la relación con el significante.

En la pequeña imagen ejemplar, de donde parte la demostración del estadio del espejo, aquel momento de júbilo en que el niño, captándose en la experiencia inaugural del reconocimiento en el espejo, se asume como totalidad que funciona en cuanto tal en su imagen especular, ¿acaso no he recordado siempre el movimiento que hace el niño?(…) A saber, se vuelve hacia quien lo sostiene, que se encuentra ahí detrás. Si nos esforzamos por asumir el contenido de la experiencia del niño y por reconstruir el sentido de ese momento, diremos que, con ese movimiento de mutación de la cabeza que se vuelve hacia el adulto como para apelar a su asentimiento y luego de nuevo hacia la imagen, parece pedir a quien lo sostiene-y que representa aquí el Otro con mayúscula- que ratifique el valor de esta imagen”.

En el capítulo III del Seminario 10, Lacan nos habla de dos clases de identificaciones imaginarias: la identificación con i(a), la imagen especular tal como la encontramos en la escena dentro de la escena, y está la identificación más misteriosa, cuyo enigma empieza a desarrollarse aquí con el objeto de deseo en cuanto tal, a.

Aquí, voy a proponerles  a modo de ejemplo, un   texto de José Vidal extraído del blog “Lacan para afuera”:

“Seguramente para muchos la calidad de la película de Kiarostami “Copia certificada” será discutible. Pero habrá unanimidad en que la escena en el toilette en la que Juliette Binoche se pinta los labios está llamada a ser un clásico.

Ella ha dejado a su pareja en la mesa de un restorán Italiano y va al baño a retocarse. Ambos, el hombre y ella, ya no son tan jóvenes y algo se ha quebrado en la relación. La escena la muestra mirando a la cámara como si lo hiciera ante el espejo, saca de su bolso un lápiz labial y se pinta la boca de un color rojo muy intenso.

 

Y cuando lo hace, sin que medie ningún otro efecto visual, o si lo hay no lo notamos, somos testigos de una transformación maravillosa: Binoche, naturalmente, es una mujer de un rostro muy bello pero al pintarse los labios ante nosotros la vemos iluminarse como si hubiesen encendido las luces.

Siempre es algo fascinante la circunstancia en que una mujer se maquilla, seguramente porque es uno de los puntos en los que se produce el pasaje hacia ese campo íntimo de la “mascarada femenina”, territorio misterioso del que en general se habla poco y que parece estar mejor en el secreto. En varios lugares Lacan se queja de no poder obtener de las mujeres ni una palabra del goce que les es propio, razón por la que tuvo que deducirlo lógicamente como lo Otro del goce fálico.[2]

Últimamente, lo vertiginoso de de la vida hace que muchas mujeres se maquillen en el auto o en el tren antes de llegar a su trabajo y eso nos permite presenciar ese rito mágico que antes estaba reservado a la esfera privada y que parece tocar algo de lo que Lacan llama el goce de La mujer.

Algunos travestis intentan capturar eso. Durante algún tiempo atendí a un hombre que, siendo en lo cotidiano casado, padre de familia y bastante rudo, una o dos noches por semana se vestía de mujer para ir a algunos bares. El mundo, me explicó, tiene muchos prejuicios respecto a esto y lo traduce enseguida a términos de homosexualidad. Pero él había concluido que su goce, como el de Tiresias, se alcanzaba en el punto de la transformación, por medio del maquillaje, de hombre en mujer. Cada vez que le era posible, invitaba a alguien a presenciar cómo se pintaba y le producía un gran placer que otros apreciaran su mutación. Pero es seguro que él nunca alcanzaría eso que Juliette Binoche nos entrega generosamente.

En “Copia certificada”  somos testigos de algo prodigioso: ese instante en el que una mujer se torna objeto de deseo, o mejor dicho, en el que ella, como sujeto, queda oculta tras el velo fascinante del maquillaje. Y la escena es muy certera porque privilegia, de entre los innumerables afeites y cosméticos a los que una mujer puede echar mano,  el rouge, el color rojo de la boca.

El rouge es emblema, símbolo, metáfora, pero sobre todo signo indicativo del demonio, del sexo, del erotismo, de lo ardiente, de lo audaz, del peligro, de la sangre, del abismo. Pintura de guerra, arma, en la película ella parece decidida a reconquistar a un hombre que se ha ido alejando de su vida”.

Falta exponer lo faltante con relación a esta teoría del cuerpo, lo relacionado con la castración.

Es un tema harto trabajado, por lo que voy a resaltar solamente lo que dice Lacan en el Seminario 10: “Aquello ante lo que el neurótico recula no es la castración, sino que hace de su castración lo que le falta al Otro. Hace de su castración algo positivo,  a saber, la garantía de la función del Otro, ese Otro que se le escapa en la remisión indefinida de las significaciones, ese Otro donde el sujeto no se ve sino como destino, pero destino sin término, destino que se pierde en el océano de las historias”.

Para finalizar mi parte, voy a proponerles un ejemplo más, esta vez desde mi práctica clínica, que tal vez sirva para introducir la siguiente parte de esta presentación.

Se trata de una mujer de 40 años de edad que viene a consulta con varias quejas: está gorda, no soporta las peleas entre sus padres y siente que se le está pasando el “tren” de casarse y tener hijos. En la primera sesión relata la angustiosa sensación que se instala en el cuerpo cuando sus padres (con los que aún vive) pelean: palpitaciones, falta de aire y mareos. Dice que se siente como un “tacho” en donde ellos colocan su basura, que ELLA se siente basura. Ni bien relata esto, empieza a tener un ataque de asma. También relata cómo no puede verse en un espejo de cuerpo entero, sólo soporta verse en un espejo pequeñito, para poder pintarse los ojos. Cuenta que se orinaba en la cama hasta los 20 años, edad en la que su hermana, quien dormía en la misma habitación y con la que no tenía buena relación, se muda de la casa. También le preocupa estar entrando en la etapa menopáusica, puesto que se le ha retrasado la regla varios días y ha empezado a sentir calores. Descarta el embarazo pues es virgen. Llevo entrevistándome con ella recién 4 sesiones, por lo que todavía no tengo clara la estructura. Sin embargo, llama la atención la cantidad de impasses que relata con respecto a su cuerpo.

En este caso podemos captar algo de las tres teorías sobre el cuerpo:  la imagen gorda que no corresponde al modelo de hoy; la cuestión del misterio de lo femenino y la no relación  sexual  que es vivida en el cuerpo como ataque de asma , es un fenómeno sin palabras por eso es acontecimiento del cuerpo».

No comments yet

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: