De las condiciones de amor
«Pareciera que le gusta que lo traten mal, que lo «castren». Escuché esta frase y una parte mía decía «sí pues», pero otra se preguntaba cómo era posible que esto fuera así, que a alguien le gustara ser maltratado. – «A mí no me gustaría estar en una relación en donde me traten mal, o me hagan «aj»- dije… ¿o sí?. Tema complicado el de las relaciones amorosas, tema de impasses.
Analizando un buen rato, llego a la conclusión de que, definitivamente no podría sostener una relación en la que me traten con desprecio, pero sí he sostenido relaciones en las que finalmente termino mal parada, o «chamuscada» como me dijo mi analista…sí pues, chamuscada, si lo que me gusta (y aquí aparece el goce) es meterme en incendios.
Inmediatamente surge de nuevo la pregunta ¿por qué? y creo que, para cada uno, la respuesta está en lo que Freud llama «las condiciones de amor».
Existe en nuestro encuentro con el otro, ciertas condiciones que éste debe tener para despertar nuestro deseo y amor. Jacques Alain Miller lo explica mejor: «Esto muestra lo que es «condición» para Freud: una cierta disposición que desencadena automáticamente el deseo sexual y hace elegir a ese objeto como objeto de amor».
«Una cierta disposición», no sólo se trata de características que posea el otro, sino también de cómo estas se relacionan con nuestra historia (iba escribir «histeria» pero también va para los otros neuróticos), y forman esta condición de la que hablamos.
Freud no deslinda el deseo sexual del amor; que también es un tema interesante para analizar, estudiar, discutir,etc. Pero no lo voy a hacer ahora.
Pero sí, es interesante ver que cuando se utiliza la palabra «automáticamente» se está refiriendo a la compulsión (Zwang), a la no libertad del sujeto; quien, al ver que se cumple esta «condición», inmediatamente hace su elección de objeto.
Este proceso, por su puesto, no es para nada consciente (al menos no lo es hasta que se entra en análisis). Sin embargo, si nos detenemos a pensar y revisamos nuestras relaciones de pareja, encontraremos que hay ciertas «condiciones» comunes; o, en algunos casos, estas condiciones crean una compulsión tan fuerte que nos hacen regresar una y otra vez a la misma persona, sabiendo que el resultado no será diferente, pero sin poder evitarlo.
Si es cierto esto, entonces, las condiciones de amor pueden ser desde lo más románticas y positivas, hasta las más dañinas y negativas.
Sin embargo, hay una buena noticia y es que todo lo que hemos construído a lo largo de nuestra vida, puede de-construirse para formar una nueva forma de hacer, de elegir. Una vez que nos damos cuenta de que elegimos nuestro objeto de amor debido a condiciones que nos son las mejores para nosotros, podemos dar una vuelta a la moneda del automaton, y hacer una nueva elección, hacerlo de un- otro- modo.
Se trata de dejar de hacerle caso a esas Condiciones de Amor marcadas por lo traumático de la infancia (generalmente lo visto en los padres o lo edípico) y crear nuestras propias condiciones, que van más por el camino del deseo y no tanto del goce.
Buen artículo y en cristiano. Temo ser un diletante de la psicología y por eso prefiero hacer preguntas antes que afirmaciones. Tengo una duda relacionada al amor y al deseo: ¿hay algún trastorno en específico por el cual el sujeto cuando ama, no desea; y cuando desea, no ama? Algo leí de Freud (Disyunción), pero quisiera tener mayores luces; si no es molestia. Llegué por el twitter, ahora la sigo por vuestro blog. Nos leemos.
¿Se refiere al deseo sexual?
No quiero ser un pesado, si cometo algún horror conceptual le ruego me corrija. Me parece que no formulé correctamente la pregunta, bien hecha sería: cuando el amor desconoce al objeto del deseo, ¿es eso parte de algún trastorno en particular o es una falla? Aunque no quisiera desperdiciar la pregunta original, en tal caso se referiría al deseo sexual. Sé que son de terror estos comentario kilométricos, pero espero perdone mi curiosidad y las burradas que pueda escribir. Prometo nunca hacer preguntas de consultorio, gracias por la respuesta.
Para la pregunta reformulada: en teoría no habría amor sin un objeto de deseo. entendiéndose por objeto una otra persona. entonces no podríamos estar hablando de de trastorno alguno, ya que esto no sería posible.
Ahora, si la pregunta es si puede haber amor sin deseo sexual; podría, sin embargo se trataría de un caso de obsesión o histeria bastante complicado. El deseo sexual está siendo tal vez sublimiado o reprimido por alguna razón. ¿Si existe deseo sexual sin amor? por su puesto y esto, por cuestión de estructura, es más fácil para los hombres.
Cuando al final del artículo hablo de deseo, no me estoy refiriendo al sexual, exclusivamente, sino al deseo lacaniano (por llamarlo de alguna manera), que es lo que debería guiar nuestras vidas, ya que acarrea una cuota menor de surimiento que el goce, el cual siempre va a traer sufrimiento.
Si sigue sin quedar claro, pregunte con confianza. Me parece que de la pregunta original hay bastante de esta dificultad del obsesivo para integrar el madre-puta-mujer en un solo objeto.
Respecto a la pregunta original, muy claro; cuestión de obsesión o histeria. Respecto a lo que ha agregado acerca del llamado deseo lacaniano, hay una frase que Lacan usa en uno de sus seminarios que dice lo siguiente: El amor es la ignorancia del deseo, el amor pide amor, lo pide sin cesar… Lo tengo anotado, pero desconozco su contexto. ¿Qué lugar tiene esa frase en el llamado deseo lacaniano? Abuso de vuestra confianza, es raro encontrar a un blogger o una blogger tan servicial con cuestiones académico – profesionales. Nuevamente gracias y nos leemos.
Es un poco complicado explicar a Lacan y acertar con lo que quiso decir…pero, según mi poco conocimiento de él, me atrevería a decir que es porque el deseo no se llega a cumplir nunca, por lo tanto, el amor, lo ignora, porque de lo único que se nutre es del amor mismo. El amor, es lo único que hace condescender el goce al deseo, dice Lacan, el amor hace soportable la relación sexual, que no se refiere al coito, sino, justamente a esa relación entre los dos sexos, al (des) encuentro, hace posible la ilusión de que la relación sexual existe.