Autoestima en los niños
En los últimos años, hablar de autoestima se ha puesto de moda. Y tan de moda, que por todos lados se ofrecen talleres para mejorarla, en niños, adultos, ancianos, bebés, es más, no me sorprendería que ya existan talleres de «autoestima pre-natal». Que se maneje, o no, de buena manera el tema, está fuera de discusión por ahora; lo importante de esta «moda» es que la mayoría de personas están reconociendo que es un tema importante y, sobre todo, que les compete.
Me parece interesante, entonces, conocer exactamente de qué se trata y cómo podemos ayudar a nuestros niños a desarrollar una autoestima adecuada.
La autoestima forma parte de lo que en psicología se conoce como el «autoconcepto», podemos deducir por la palabra que el autoconcepto se refiere a la percepción que tenemos de nosotros mismos. Entonces, autoestima se referirá a la valoración, la estima, la evaluación que tenemos de nosotros. Dado esto, entonces podemos decir que no existe el «no tienes autoestima» porque siempre, siempre, va a haber algún tipo de valoración que hagamos sobre nosotros mismos. Lo que sucede, es que en algunas ocasiones esta valoración puede ser muy escasa, o, hasta incluso, negativa.
Esto último es lo que preocupa a muchos padres: que sus hijos no posean una autoestima elevada, que se descalifiquen, que no se encuentren características positivas. Pero les tengo una noticia: si bien, la autoestima se conforma a partir de la propia evaluación del niño, esta evaluación también se hace en base a la retroalimentación del entorno y, ¿quiénes conforman ese entorno? en un principio, los padres; luego interviene la familia, el nido, colegio, amigos, sociedad, etc. (si leyeron un par de posts atrás, el «Otro»).
Sin embargo, ayudar a nuestros niños a construir una autoestima positiva no consiste sólo en decirles palabras bonitas, o elogios exagerados. Se trata de brindarle al niño un espacio en donde se le reconozca como persona, se respeten sus opiniones, deseos, derechos, particularidades, etc. Y aquí quisiera recalcar que, respetar la individualidad del niño no significa dejar que hagan lo que le de la gana; es importante tener en claro los roles: por ejemplo, padres que se sienten cómodos en su rol de padres, que así como imparten disciplina también les brindan cariño a sus hijos, ayudan a que esos niños crezcan con una autoestima adecuada.
Porque, llenar a los niños de palabras vacías y regalos plásticos no va a ayudar a que éstos se reconozcan como seres valiosos; puede que lleguen a sentirse solamente como eso: depositarios de cosas bonitas pero inútiles. Entonces, es importante no sólo lo que se les diga, sino también lo que les transmitimos; la palabra marca, nos funda, sí, pero también la ausencia de palabra.
El ayudar a que nuestros niños reconozcan sus errores, debilidades, puntos flacos, también ayuda a forjar una autoestima positiva, puesto que va a configurar un autoconcepto bastante real; así, mientras menos distorsión exista entre lo que el niño percibe de sí mismo y los demás perciben de él; mejor será su adaptación y sentimiento de adecuación.
No existen «recetas» para lograr una autoestima positiva o adecuada. Pero si seguimos algunos de estos lineamientos estaremos por el camino correcto.
Por último, si notamos que nuestros hijos no poseen una autoestima positiva, estemos atentos, porque generalmente, el autoconcepto negativo (se incluye, por lo tanto una autoestima baja o negativa) es precursor de la depresión. Y sé que por lo expuesto anteriormente, muchos padres podrán tener algún tipo de recelo o hasta vergüenza de llevar a un hijo deprimido al psicólogo; pero es importante que sepan que los psicólogos, terapeutas o psicoanalistas no juzgan, o, por lo menos, no deberían, no hacen juicios de valor; simplemente estamos ahí para ayudar y poder dirigir la cura de la mejor manera. Si en este camino necesitamos del apoyo, cambio y colaboración de los padres, pues entonces que así sea.