Nación Ritalin
TDAH. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. «Mi hijo es hiperactivo». «Mi hija es dispersa».
¿Les suena conocido? Creo que todos los que somos padres hemos creído alguna vez que nuestros hijos son «hiperactivos» cuando en realidad, simplemente, son niños.
Hasta aquí, la cuota de neurosis parental es normal, algo de preocupación, tal vez una visita al psicólogo, una evaluación, y descartamos para quedarnos tranquilos.
Tranquilos. Justamente tranquilidad es lo que le falta a muchos padres. Ciertamente la paternidad crea mucha ansiedad, y podemos ponernos muy «locos» en ocasiones tratando de ser, y dar lo mejor para nuestros hijos.
Sin embargo, y creo ya haberlo mencionado en un post anterior, existen padres que hacen de simples proveedores de servicios psicológicos y psiquiátricos de sus hijos. Echándole así, toda la responsabilidad a los profesionales de la salud.
Hasta lo de «proveedores de servicios psicológicos» les atraco. Pero cuando escucho, ya sea en consulta o cuando dicto un taller, «el psiquiatra de mi hijo…» se me erizan los pelos. Y, ojo, no tengo nada en contra de los psiquiatras y creo firmemente que hay casos y trastornos en los que la medicación es absolutamente necesaria. -«Qué edad tiene su hijo»- pregunto. -«Seis años»- me contesta. -«Lacan- ción» -digo yo para mis adentros.
Y es que, medicar a un niño tiene muchas implicancias, sobretodo en esta tema del TDAH, tanto así que creo que se ha llegado a la sobre-medicación.
El Ritalin fue el medicamento por excelencia para este trastorno, funcionando en los casos extremos y en dosis adecuadas. El problema es que, hoy en día, hasta el pediatra puede prescribirlo, y a veces en casos en los que no es necesario para nada. Bueno, sí, para que los padres tengan un hijo adormecido, pero bien tranquilito.
Más allá de las implicancias médicas, de la acción del fármaco en el sistema nervioso central del niño, y otros sistemas; me interesa reflexionar sobre las implicancias psicológicas. Y no en términos de la modificación de conducta que se pueda obtener, sino del peso inconsciente que cae en el niño, de tener algo «mal» que necesita de un medicamento y hasta de dos (sí, ahora también están empezando a tratar con antidepresivos a niños pequeños).
¿Se imaginan el crecer sabiéndose «fallados», «enfermos», «loquitos»? No olvidemos que la palabra nos forma, nos marca, nos da un sentido. Y todo porque tal vez fuimos un poco movidos, activos, o nos interesaba más observar la naturaleza que los cuadernos de matemáticas.
Librarse después de esas «etiquetas» es una tarea harto complicada, que generalmente se logra con la ayuda de un especialista. Cosa que, dentro de todo, no tiene nada de malo y es, en mi perspectiva, saludable para cualquiera acudir a terapia o psicoanálisis y descubrir un poco más de nosotros mismos. Pero, tal vez, si nos hacemos más responsables de nuestros hijos, dejamos de buscarles tantos «males», podramos ahorrarles un par de añitos de análisis en el futuro.
Y no solamente de análisis, aún no sabemos con exactitud de qué manera pueda afectar a largo plazo el uso y abuso de este tipo de medicamentos en niños. Cada vez, la edad de niños utilizando psicofármacos es más corta y la cantidad de usuarios más grande. Sinceramente, preocupante.
Así que mi recomendación es: si sospechas que tu niño puede tener TDHA, primero examínate tú, realiza un examen de conciencia y dale una chequeada a tu umbral de paciencia, tus niveles de estrés y ansiedad. Luego, consulta con un psicólogo y, de ser necesario, que le realice una evaluación psicológica COMPLETA ,esto incluye exámenes de «personalidad» (lo pongo entre comillas porque no hablamos de personalidad hasta los 18 años) y de funciones cognitivas superiores. Si luego de esto, el psicólogo recomienda la evaluación psiquiátrica, entonces recién podemos empezar a pensar en la medicación.
Tratemos de no caer en facilismos, la salud mental de nuestros hijos es importante.
Hola, porfas, das terapia para niños? Porfas a mi correo:
Gracias.