Malestar Post Electoral

Después de las recientes elecciones presidenciales en nuestro país, escuché diversos comentarios acerca del malestar que éstas habían causado a mis allegados. No un malestar por el tránsito complicado que se arma, ni por las largas colas para votar, ni tampoco por quedarse con un dedo morado por varias semanas (para la próxima vaselina en el dedo y la uña con una capita de esmalte transparente, receta de la abuelita). No. El malestar se debía al resultado: ir a una segunda vuelta entre dos candidatos que no son por los que votaron.
Las redes sociales se prendieron fuego; comentarios, acusaciones, insultos e increpancias iban y venían,que la culpa es de los gringos por no votar por el cholo, que la culpa es de los cholos por no votar por el gringo, que la culpa es de los ignorantes…luego alguien lúcidamente aclaró que fueron los ignorados.
Ya habiendo pasado un tiempo, después de poner paños fríos a la situación, me pongo a pensar un poco y me pregunto: ¿por qué esa necesidad de echarle la «culpa» a alguien? Pareciera que culpar se va a convertir en nuestro deporte oficial; y, que el narcisimo patológico será el diagnóstico de personalidad de nuestro país.
¿Por qué nos sorprendimos e indignamos tanto con los resultados? Nuestro ego es tan grande que pensamos que las personas que conocemos (familia, amigos, compañeros de trabajo) son el Perú. Por esta razón afirmo que alguien con lucidez se dio cuenta de que los resultados electorales fueron consecuencia del voto de los ignorados, pero no sólo ignorados por las instituciones y el gobierno: ignorados por nosotros mismos.
Y, a veces, el malestar proviene cuando nos damos de narices con nuestras propias acciones. A muchos no les agradará darse cuenta de que existe realmente todo el resto, a otros, lo que no les gustará será ver que, efectivamente, ha ignorado al resto y ha vivido en una burbuja metropoli. Sea como fuere, Lo Real se ha mostrado, y muy probablemente esa sea la causa del malestar.